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EL HISTORICO DIA EN QUE TRES ARROYOS
FUE BAUTIZADO "LA PEQUEÑA HOLANDA"
Nobleza gaucha
El 31 de marzo de 2006 quedará
grabado a fuego en las páginas de la historia local. Ese día
llegó hasta la ciudad, bautizada por la prensa como "la pequeña
Holanda", la Reina Beatriz de los Países Bajos, el príncipe
heredero al trono, Guillermo Alejandro, y su esposa, la princesa argentina
Máxima Zorreguieta. La visita duró dos horas y conmocionó
a Tres Arroyos, que vivió así una nueva página gloriosa
en su centenaria vida. "El Periodista" perpetuó el acontecimiento
con una gran cobertura
A las 10.22 horas del viernes 31 de marzo
de 2006 tocó suelo local el avión Fokker F 28, conocido
como Tango 02 y perteneciente a la Presidencia de la Nación,
que trajo a bordo a la Reina Beatriz de Holanda, el príncipe
heredero, Guillermo Alejandro, y su esposa, la princesa argentina
Máxima Zorreguieta. La jornada amaneció nublada pero,
al momento del arribo de la comitiva real, el sol brillaba a pleno
sobre Tres Arroyos. Casi como en un cuento de hadas, se cumplía
la leyenda que dice que dónde va la Reina Beatriz sale el
sol
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El Tango 02 es, desde que está la pista
del aeródromo asfaltada, la aeronave de mayores dimensiones
que aterrizó en Tres Arroyos. En el aeródromo solo
recuerdan una ocasión, cuando la pista aún era de
tierra, en que bajó un avión de tamaña envergadura:
un Catalina que padecía problemas de aprovisionamiento de
combustible
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La histórica visita real a Tres Arroyos
despertó interés nacional e internacional. Se apersonaron
aquí medios capitalinos, y dos aviones trajeron a la prensa
extranjera, principalmente holandesa. La tecnología utilizada
por los colegas sorprendió. Tomaron imágenes desde
que la Reina Beatriz, Máxima y Guillermo Alejandro pisaron
suelo local hasta que despegó el Tango 02. Los reporteros
de agencia, apenas estuvo el avión en el aire rumbo a capital,
ya estaban enviando, a través de notebooks conectadas
satelitalmente a Internet,las fotos de la visita
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Un marco de informalidad, que transgredió
normas protocolares, caracterizó la visita real. Reina y
príncipes se dieron con amabilidad con los inmigrantes y
descendientes holandeses con pasaporte que fueron invitados a la
recepción que se hizo en una enorme carpa blanca instalada
en el Colegio Holandés. La recibieron y despidieron alumnos
del establecimiento con canciones en su idioma
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En la carpa predominó el blanco y los colores pasteles, siguiendo
instrucciones básicas de protocolo. Rosas blancas y rosadas
fueron protagonistas de los arreglos florales. Todas las alternativas
interiores pudieron seguirse, además, por cuatro pantallas
de plasma. La Reina Beatriz, Máxima y Guillermo Alejandro
se dividieron la labor dentro de la carpa. Cada uno atendió
a un grupo para tratar temas de interés de la colectividad
holandesa local, la más importante de Argentina
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Inmigrantes holandeses estaban desbordantes
de felicidad al estar con su Reina, el heredero al trono y su esposa.
A tal punto que se les brindó una posibilidad que no es común
en Europa. "Allá casi no la veíamos", dijeron.
Muchos de los asistentes al ágape también estuvieron,
hace 55 años, en 1951, cuando llegó a Tres Arroyos
el Príncipe Bernardo, el papá de la Reina Beatriz.
Casi sin creerlo, dos veces en su vida habían asistido a
una jornada histórica: la visita de los monarcas de su país
de origen
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Si bien la Reina es la autoridad máxima,
y la cabeza de la Casa Real de los Países Bajos, no hay dudas
que las miradas principales estuvieron centradas en la princesa
Máxima. También el príncipe Guillermo Alejandro
causó sensación. Se lo imaginaba más bajo,
y menos elegante. Y es más alto que su esposa, y muy estilizado.
Su majestad vistió un conjunto de casaca y pollera floreada
con volado, en tonos celestes y rosados, rematado con un sombrero
de rafia azul. Guillermo Alejandro estuvo enfundado en un elegante
traje oscuro. Y Máxima lució un conjunto de pantalón
beige, chaqueta borgoña y capelina de ambos tonos
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A las 12.21 minutos, dos horas después
de su llegada a Tres Arroyos, el Tango 02 con Beatriz, Máxima
y Guillermo Alejandro, emprendió el regreso a capital federal,
viaje que le demandaría alrededor de cuarenta minutos. Concluyó
así una visita histórica de la realeza a Tres Arroyos
que, al menos por ese día, fue bautizada como "la pequeña
Holanda"
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